COVID-19. La nueva normalidad: cómo estamos creando el futuro

¿Se puede volver a la vida social tal cual la conocíamos? ¿Los gimnasios van a abrir sus puertas para llenarse de gente? ¿Seguiremos viajando en avión con espacios cada vez más reducidos? ¿Vamos a volver a la oficina a sentarnos en escritorios compartidos sin ningún tipo de protección? ¿Es en realidad posible pensar en una salida de la cuarentena inmediata y total?

Cuando escuchamos a Bill Gates decir que la vacuna contra el Coronavirus va a tardar al menos 18 meses, o a científicos que plantean que al final la solución va a estar en que la comunidad genere inmunidad, me quedan muchas dudas. Me animo a decir que estamos ante una nueva normalidad y que el futuro está mucho más cerca de lo que pensamos.

Nos pasamos preguntando cómo va a ser la vida después de la cuarentena, cómo van a ser nuestras relaciones sociales, cómo seguirá la educación de nuestros hijos y cómo volveremos al trabajo. Tenemos que dejar de considerar a la cuarentena como un paréntesis en nuestras vidas, y empezar a pensar cómo podemos prepararnos para esta nueva realidad. El cambio es ahora, y hay que adaptarse. Con cada una de las acciones que tomemos día a día construímos ese futuro que tanto pensamos. Porque el futuro es hoy.

No creo que debamos elegir entre vida o prosperidad, como si ambas cosas no pudiéramos tener.

En este nuevo escenario, ¿cómo deberíamos pensar a la empresa? Una organización que entiende que la nueva distancia física llegó para quedarse y trabaja para optimizarla, debería considerar estos temas:

  • Aprovechar todo el potencial que ofrece la oficina remota, con oficinas físicas que tengan menos puestos de trabajo y equipadas para actividades específicas. Prever presencia mixta, física para aquello que sea indispensable y remota para el resto de los colaboradores. Aquel que debe estar en la oficina (por tipo de actividad o porque no tiene espacio en su casa), estará en la oficina; aquel que puede y prefiere su casa, en su casa. Buscar empleados en el barrio para reducir la necesidad de transporte o pensar en logística propia para aquellos que tienen que tener presencia física. Ahora, la casa de cada colaborador se convierte en una preocupación; pensar en seguridad, ergonomía, confidencialidad, servicios esenciales para cada caso. Esto plantea un nuevo desafío en materia de legislación laboral, ART, seguros, seguridad e higiene. Y una oportunidad para, por ejemplo, las empresas de telecomunicaciones y por qué no los proveedores de equipamiento, que podrán ofrecer nuevos combos de servicios y productos que combinen oficinas y casas particulares.
  • Pensar una organización toda digital. Elegir como socios y proveedores aquellos que nos ayudan a optimizar nuestros tiempos y a mantener la distancia física. Desde el banco virtual hasta las soluciones de firma digital para recibos de sueldo, por elegir solo dos ejemplos. Trabajar con nuestros clientes de manera remota para hacer más efectivas las reuniones y eliminar los tiempos de viaje. Usar ese mismo mecanismo para las ventas, incluso en el exterior.
  • Tener herramientas y soluciones que residan en la nube y acceso desde cualquier lugar. Los proveedores locales tienen que aprovechar esta oportunidad para ofrecer servicios tentadores y que permitan evitar la dependencia de los enlaces internacionales.
  • Repensar toda la logística de productos. ¿Sirve alejarse de los puntos de extracción? La globalización jugó en contra. La distancia nos complicó a todos. Esto plantea nuevas reglas. ¿Será el momento de los vehículos autónomos, de los robots y de los drones?
  • Impulsar la realidad aumentada para utilizar en, por ejemplo, entrenamientos y coaching a distancia, eventos corporativos y de presentación de productos, y por qué no actividades y asistencia en terreno.

Tenemos que aceptar que este nuevo paradigma vino para quedarse y, por lo tanto, hay que cambiar. No hay alternativa. Este futuro lo estamos haciendo hoy entre todos.

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